¿Somos empleables? Ahí está el futuro
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June 19, 2011
A propósito de Liderazgo y Trabajo en Equipo…
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Las obligaciones del éxito

Las obligaciones del éxito

No hace mucho me senté a escribir acerca de la necesidad de apostar por el talento individual de cara a superar cualquier eventualidad y/o para alcanzar el éxito en nuestros equipos, en nuestras empresas, en nuestra sociedad y en nuestras vidas. Centrado en la máxima de que “si no mejoras es que estás empeorando” del laureado Pat Riley, realicé una propuesta que a día de hoy considero incompleta.

Con respecto al propio éxito, es cierto que no todas las personas deben aspirar a la excelencia ni a altas cotas. Por ello muchos hemos de convivir el plantearnos, como decía Isidre Esteve, “el reto de la normalidad y de lo habitual más allá de las gestas extraordinarias”, pero la búsqueda del éxito, además de una terapia para todos, debería ser un objetivo universal.

Sabemos que para que surjan héroes precisamos de un gran villano. Bueno, pues para que exista el éxito no precisamos más que de una dificultad. Las dificultades, como las olas, vienen unas detrás de otras. Así será siempre. Grandes ó pequeñas, cortas ó más largas, difíciles de sortear ó más accesibles, han estado ahí y siempre estarán ahí aunque huyamos de su abordaje.

Por otro lado, tratando de exponer qué compone la fórmula para alcanzar el éxito personal ó colectivo, en su día me centré en dos únicas dimensiones. Por un lado, poseer un talento suficiente para lo que se va a pretender hacer (puede/o o no puede/o alcanzarlo), y por otro lado cumplir con una serie de exigencias concretas que están bajo nuestro control, que requieren básicamente del querer, del saber aprender y del saber aplicar lo aprendido. En este nuevo intento trataré de completar la ecuación.

¿Qué necesitamos para alcanzar el éxito?:

1. Poseer un Talento suficiente. Si para explicar el éxito nos basáramos en una botella, cuando hablamos del talento nos referiríamos al tamaño de la misma. Con una botella de litro, por mucho que queramos, no llegamos muy lejos. Dependiendo de la actividad ó del objetivo en cuestión, se tiene que poseer, se necesita, un mínimo de capacidad, o mejor dicho, una capacidad suficiente. No todos podemos hacer de todo, pero todos debemos tener una capacidad mínima si es que queremos optar a un éxito.

Conocer el tamaño de la botella determina de antemano si las personas estamos en condiciones de poder afrontar un determinado objetivo. Existen distancias, dificultades y exigencias intrínsecas al éxito que requieren de capacidades concretas, y a su vez, existen talentos ó capacidades individuales que son suficientes o no para superar cada situación, ya sea una meta o bien sea un problema; si no llegamos al mínimo, ó cambiamos la botella (a la persona) o cambiamos el objetivo. ¿Puede/o o no puede/o?

2. Cumplir con las exigencias. Existen unas exigencias inherentes al éxito que dependen de nosotros, son diferentes para cada persona y que se determinan en base a los objetivos propuestos y a las capacidades de cada uno.

Todos debemos invertir en el cumplimiento de estas tres exigencias (cada uno lo que le corresponda). Cuanto menos talento, más exigencias habrá que cumplir. Con el talento descubríamos el tamaño de la botella. Las exigencias nos dicen con qué la llenamos para llegar:

– De Trabajo. Cuando hablamos de trabajo hablamos de cantidad, hablamos de número de horas, repeticiones, iniciativas, intentos, luchas, etc. El bambú japonés* es regado durante siete años y no es hasta ese momento cuando aflora una planta que en seis semanas alcanza los 30 metros. La cuestión es hacer y tener constancia, nos lleve a cada uno el tiempo que nos lleve y se vean o no los resultados en el momento. En principio, a más combustible en la botella, más distancia recorremos.

– De Esfuerzos de concentración. El criterio por el que el desempeño se diferencia del rendimiento es que éste sólo depende de la cantidad, mientras que el desempeño resalta la calidad. Si en el punto anterior hablábamos de cuánto, ahora hablamos de cómo hacemos las cosas, de cómo dosificamos y seleccionamos los esfuerzos, las energías, de cómo gestionamos el tiempo durante la actividad y de cómo entendemos esta. No se trata de que la gente haga mucho, sino de hacerlo bien el tiempo que estemos en la tarea para no derrochar la inversión. Seguimos con el mismo objetivo, aprender, pero si hacemos sólo lo que toca, en el mismo tiempo llegamos más lejos.

– De Sacrificio. Dos verbos resumen esta exigencia: adecuarse y renunciar. Adecuarse es vivir y actuar coherentemente con lo que me propongo haciendo todo lo que toca (aunque no me apetezca). Renunciar es evitar conductas que no tocan (aunque me apetezcan). Si nos adecuamos y renunciamos facilitamos el éxito.

”El que busca resultados suele tener miedo al fracaso”

3. Tener hambre. Este era el matiz que faltaba. Michael Jordan, Steve Jobs, Madonna, Rafael Nadal… Todos ellos, al igual que millones de personas anónimas, poseen en común su claridad y sus ganas por alcanzar más de lo que ya han logrado. No se conforman. No dudan sobre lo que buscan. Para todos ellos los éxitos no residen en los títulos, sino en la mejora, en la superación, en el dominio específico y en los intentos.

El que busca resultados suele tener miedo al fracaso. El que busca aceptación puede tener miedo al rechazo. El que busca el poder teme no alcanzarlo. Quien tiene hambre tiene miedo a no encontrar alimento, por eso siempre busca provisiones, no las espera. Elige sufrir buscando, pero disfruta como nadie comiendo.

Generar hambre es no comer entre horas. Cualquier persona que pica de aquí y de allá cuando aflora el apetito de mejora, que no se concentra en algo concreto, termina por desistir por falta de necesidad.

Claridad en lo que persigo, compromiso por encontrarlo y razones por lo que intentarlo. El hambre y la necesidad de comer quizás no eliminan el miedo a la desnutrición, pero obligan a buscar comida.

Como gestores de personas y en base a estos tres criterios tendremos que decidir qué hacer. En una sociedad como la actual, la valoración laboral y la selección adecuada de las personas, sea en el ámbito que sea, es crucial para definir si nuestros equipos o nosotros mismos somos adecuados para lo que se nos ha contratado o para afrontar la situación en la que nos encontramos.

Esta es nuestra misión y nuestro reto en la actualidad. Reconocer si el talento que tenemos es suficiente, si las personas que tenemos están dispuestas a cumplir estas exigencias, y si estas conservan el hambre necesaria para no desistir en la búsqueda.

Necesitamos personas apasionadas por su mejora y la de los suyos, adictos por sentirse útiles y valiosos, y precisamos amantes y ahítos del éxito si queremos sociedades, empresas, equipos ó personas exitosas. Buscar, no evitar. Invertir, no esperar.

Desde pequeños se nos protege para no accidentarnos al subirnos a un árbol. ¡Ten cuidado; te vas a caer! En la sociedad de los indios Mohawk, por el contrario, cuando te subes a un árbol te alientan para ver qué alto llegas. El resultado es que esta población ha elevado los rascacielos neoyorquinos a lo largo de décadas sin miedo a las alturas. Debemos tomar ejemplo, cambiar nuestros vértigos y apostar por la exposición en vez de la protección.

Superar una dificultad es alcanzar un éxito. Dos, el número y la dificultad de los obstáculos superados señalan el grado de éxito que alcanzamos en cada actividad de nuestras vidas. Tres, éxito y ganar no son lo mismo. Éxito y superar dificultades, sí.

Autor: Juancho Armental, Deportista y Consultor de RRHH y Rendimiento en empresas
Fuente: rrhhmagazine.com